Tras pasar por su casa para repasar los álbumes y orlas del colegio con sus padres, Gonzo se encuentra con Miguel y Elisa, excompañeros que compartieron clase durante varios cursos. Los tres charlan en el bar que hay frente al colegio y recuerdan las agresiones de algunos profesores, los insultos y los abusos. Más allá de las vejaciones sufridas, lo peor para ellos es recordar cómo entonces todo aquello les parecía normal. ¿Qué secuelas les han dejado esas agresiones?, ¿Cómo permitieron el resto de profesores que se cometieran esos abusos?
Gonzo se encuentra con Didí, antigua profesora, de la que Gonzo guarda muy buen recuerdo. Ambos recuerdan el episodio más desagradable que presenciaron. Un compañero de clase entró en el aula volviendo de la enfermería donde acaba de sufrir abusos sexuales. Didi se pregunta hoy cómo pudo no haberse enterado de todo lo que hacían algunos de sus compañeros de claustro.
Fernando era alumno del mismo colegio, aunque es unos años mayor que Gonzo. En una charla con una gran carga emocional, Gonzo detalla los insultos que le profería un profesor, algo que hoy consideraríamos bullying. Por su parte, Fernando le cuenta a Gonzo lo que él sufrió durante años: uno de los profesores, religioso, le hacía irse a confesar a su oficina en lugar de en el confesionario. Allí abusaba de él.
Tras sus charlas con compañeros y profesores, Gonzo regresa a Madrid para hablar con el responsable de la Compañía de Jesús en España para los 68 centros educativos que tienen en el país, entre ellos el colegio de Gonzo. Antonio Allende admite que todo eso sucedió y que deberían haber hecho más en su momento por sacar a la luz todos los abusos, aunque asegura que no sabían lo que pasaba. ¿Es creíble que los responsables no se enterasen de nada cuando todos los alumnos sabían qué pasaba?