En diciembre de 2019, Beatriu Friginal denunció ante la Policía Nacional la desaparición, en misteriosas circunstancias, de su marido Isaac Guillén, aquejado de una enfermedad neurodegenerativa que le impedía valerse por sí mismo. Encontrarle con vida se convierte en la principal obsesión de la inspectora que lideró el caso.
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