El ambiente tranquilo del camping fuera de temporada favorece una conversación relajada. Allí, sentados en el bungalow, preparando una barbacoa, jugando al minigolf, o en el karaoke, Dani Martín no rehúye ninguna pregunta.
Habla sin tapujos sobre su relación con la fama, el vértigo del éxito y la presión de las redes sociales. Reflexiona sobre cómo ha aprendido a gestionar su propia autoexigencia y la importancia de la terapia en su vida. “He sido mi peor enemigo, mi mayor crítico”, confiesa el artista, que también reconoce haber necesitado medicación en ciertos momentos.
En un momento especialmente íntimo y emotivo, Martín recuerda cómo la pérdida de su hermana en 2009 cambió su vida por completo y lo obligó a madurar de golpe. “Es un bofetón terrorífico. Dejé de ser el niñato que era en ‘El Canto del Loco’ para convertirme en un hombre maduro porque mi hermana se había ido”, explica.
Dani Martín también habla sobre su relación con otros artistas, desde los consejos que le ha dado Serrat hasta la amistad que mantiene con Amaia Montero, a quien defiende de las críticas. Además, recuerda la época en la que los paparazzi hacían muy difícil llevar una vida normal, algo que afectó a su relación con Blanca Suárez.
Su relación con la comida y su aspecto físico, las ganas de ser padre, su opinión sobre pagar impuestos o la relación tan estrecha que mantiene con sus padres también aparecen en la conversación. Un retrato sincero del hombre detrás del artista, de alguien que, después de vivir el éxito en su máxima expresión, busca ahora el equilibrio en su vida.
