Mújica, que pasó más de una década en prisión durante la dictadura uruguaya, habla sin miedo sobre su enfermedad y el final de su vida. “El último día va a llegar en algún momento”, afirma con serenidad. Pero su discurso sigue siendo un canto a la vida: “soy optimista, vale la pena comprometerse con la vida, porque hay semilla, vendrán otros detrás”.
En la entrevista, el expresidente repasa la actualidad mundial, desde el auge de la ultraderecha en Europa hasta la guerra en Ucrania, y no se muerde la lengua al analizar el papel de los grandes poderes políticos y económicos. También reflexiona sobre la sociedad de consumo y la falta de tiempo para vivir: “Consumimos el tiempo para comprar cosas, en lugar de gastar el tiempo para vivir”. Lamenta que “estamos construyendo una civilización de gente que se autoexplota”.
El expresidente uruguayo recuerda sus encuentros con Felipe González, Mariano Rajoy o el rey emérito. Y afirma con contundencia que Europa “ha perdido personalidad” y que se equivoca en su relación con la Rusia: “no hay que intentar aplastar al enemigo, hay que ganar voluntades. A las potencias no se les impone, se negocia”.
En la conversación, Mújica sigue mostrando su lucidez y temperamento a pesar de la edad y la enfermedad que padece. Como al asegurar que es la primera vez que la humanidad “está cometiendo disparates sabiendo que los comete” en relación al poco caso que hacemos a las advertencias que ha hecho la ciencia sobre el cambio climático. O cuando asegura que los mecanismos de control de la democracia deberían ser “de abajo hacia arriba” y no al revés como sucede ahora.
La charla se cierra con un momento especialmente emotivo: Lucía Topolansky, su compañera de vida, se suma a la conversación. Juntos, comparten su historia de amor y su visión sobre la vejez y la muerte.
Una despedida agradecida a uno de los políticos más influyentes de los últimos tiempos.