En un ambiente distendido, cocinando una tortilla de patatas, jugando una partida de Parchís, o charlando junto a la chimenea, Fernández muestra su lado más humano y reflexiona sobre el éxito, el miedo al fracaso y la importancia de reinventarse. No solo habla de su trabajo y del vértigo de los premios, sino que se abre sin reservas sobre los aspectos más personales de su vida. Recuerda su infancia, su relación con su padre y el vínculo tan estrecho que tuvo con su madre.
Habla de lo difícil que fue la separación de su pareja y madre de su hija y del impacto que tuvo en él. Y, por primera vez en una entrevista, aborda algunos de los momentos más difíciles que ha atravesado y cómo le ha ayudado ir a terapia.
Ya cumplidos los 60, el actor se muestra agradecido por el reconocimiento aunque también reivindica que “llevo currando toda la vida”. Comparte sus expectativas, sus miedos, su forma de ver el éxito y reflexiona sobre el ego de los actores y lo difícil que es despojarse del personaje que a veces llevamos encima.
Un retrato sin filtros del hombre detrás del intérprete. Alguien que, como tantos de los personajes que ha interpretado en la ficción, es una persona compleja, con virtudes y defectos. Un currante de su oficio que se ha labrado su propio método y se ha consolidado como uno de los actores españoles más versátiles.